Ciudades

Zaragoza, a orillas del Ebro

Como otras tantas ciudades de la geografía española, Zaragoza oscila entre la apuesta por la bicicleta por parte de un número de gente cada vez mayor y las asignaturas pendientes. La Expo trajo infraestructuras, pero también dejó innumerables cabos sin atar.

Zaragoza siempre ha sido una ciudad amable a la hora de recorrerla en bici. Quitando algunos barrios altos, la capital aragonesa es bastante plana y eso ha propiciado el uso de la bici desde hace años. Mucho antes de que el Colectivo Pedalea apareciese en los 90 con vocación reivindicativa e informativa, la ciudad ya se movía a favor de los pedales, la sostenibilidad y la convivencia.

Ciclomensajeros como La Veloz revolucionaron el servicio de mensajería y, a día de hoy, empresas como Borraja a Piñón se han especializado en la distribución de productos ecológicos a domicilio. Tiendas-taller como Recicleta son un clásico imprescindible a la hora de entender la expansión de la bicicleta en Zaragoza, hecho que vive un gran momento a día de hoy con la apertura de varias tiendas dedicadas al mundo fixed y colectivos como La Ciudad de las Bicis, haciendo ruido y echando una mano para que todo aquel amante de las bicis pueda sacarle el máximo provecho a su montura.

Que amamos la bici en esta ciudad está claro, incluso llegamos a recorrer las calles desnudos sobre nuestros vehículos a pedales. No en vano, Zaragoza organizó en el año 2000 la primera Ciclonudista del estado. A día de hoy tenemos equipos de bike polo compitiendo a nivel internacional, modalidad deportiva que bien merecería un especial en estas páginas.

Cicatrices de la Expo

Pero no todo son vino y rosas en la Ciudad del Cierzo, y no por el gélido viento del mismo nombre. Y es que los problemas son otros. Zaragoza ¿goza? desde aquel despilfarro llamado Expo de un carril bici que deja mucho que desear. Hay zonas que son auténticas trampas mortales. Las noticias sobre accidentes con ciclistas implicados aparecen con frecuencia en la prensa local. Circular por carriles bici como el de Camino de las Torres es una proeza que exige estar alerta para no chocar contra peatones despistados, carros de reparto, pasajeros bajando y subiendo de autobuses, puertas de coches que se abren sin mirar y cristales rotos en un carril del que no se puede escapar para evitar alguno de estos peligros. Queríamos ser modernos y el recorrido para las bicis se hizo rápido y mal para justificar así la llegada de Bizi (bicicletas públicas) y dar esa imagen de quiero y no puedo de la que tanto nos gusta alardear.

Sin embargo, no todas las obras fueron deficientes. De hecho, las riberas del Ebro son geniales para pasear sobre dos ruedas, lo mismo que el recorrido a la vera del Canal a su paso por las inmediaciones del Parque Jose Antonio Labordeta.

Quedarse con lo bueno

En Zaragoza, a veces da la sensación de que, por cada cosa buena, surge otra en la dirección contraria. La proliferación de estructuras metálicas donde aparcar nuestros vehículos es una gran noticia. Lástima que la crisis esté haciendo que el robo de bicicletas en la capital aragonesa empiece a ser una auténtica pesadilla.

“El robo de bicicletas en la capital aragonesa empiece a ser una auténtica pesadilla”

Por si fuera poco, el Ayuntamiento parece haber visto un filón en los ciclistas, que ahora mismo están en el punto de mira de los agentes, que los multan por la ausencia de luces tanto si van por la calzada como si circulan por la acera o el carril bici. El consejo para los zaragozanos es, pues, comprar faros “quitamultas”. Además, el insulto por ir en bici por las aceras se ha convertido en habitual. A pesar de que vías como el Paseo Independencia tienen suficiente anchura como para poder adecuar un carril bici y evitar los enfrentamientos entre ciclistas y peatones, el Ayuntamiento no parece estar por la labor. Algunos aún no parecen enterarse de que los que hemos decidido apostar por la bicicleta como medio de transporte hacemos de esta ciudad un lugar mejor.

En cualquier caso, y a pesar del mucho trabajo que aún queda por hacer, Zaragoza sigue teniendo grandes ventajas para ser recorrida a pedales: su tamaño, más asequible que el de otras grandes ciudades, su ya mencionada orografía y el creciente número de bicicletas.

De bares (y en bici) por Zaragoza

1. Salimos desde donde el Gállego desemboca* en el Ebro.
2. Por la ribera llegamos a Le Pastis (Pº1 de la Rivera, s/n. Junto al puente de hierro), una terraza de aire francés con unos mojitos deliciosos.
3. Seguimos por el Ebro y cruzamos el Puente de Piedra destino a la Plaza del Pilar
.

4. D*e allí subimos por la Calle Alfonso y torcemos a la izquierda para ir a la* Terraza de Bodegas Almau*, (Estébanes, 10). Almau tiene casi* mil vinos diferentes y es parada obligatoria de escritores, actores, músicos y amantes de la anchoa desde 1870.
5. De allí nos vamos a la Terraza Terraluna, en lo alto de una pequeña colina* en el Parque Palomar (C/Rioja). Desde allí hay una bonita puesta de sol, y con suerte podemos encontrar espectáculos circenses o conciertos.
6. Muy cerca está* La terraza Experimental, en pleno Parque Delicias (entrando por Vía Universitas). La jarra de cerveza helada con granizado de limón acompañada de una estupenda selección de música negra hacen que la parada sea obligatoria.
**7. Bajamos hacia el Parque Jose Antonio Labordeta y justo en la otra orilla del Canal Imperial acabaremos la ruta disfrutando de un *delicioso coctel en la terraza El Corazón Verde (Embarcadero del Canal, a la altura de la C/África).