Cultura ciclista

Vías Verdes: 25 años de un paraíso ciclista

El proyecto Vías Verdes acaba de cumplir un cuarto de siglo: 2.700 km recuperados de antiguas vías férreas en desuso, que hoy son patrimonio de todos y un paraíso para cicloturistas y senderistas.

Existe una España alejada del ruido y las prisas. Un mundo de horizontes infinitos, paisajes de ensueño y silencios que apaciguan el alma. Es la España rural, tan a menudo olvidada como llena de secretos por descubrir. Un país diverso, vertebrado por una compleja red de vías férreas cuya construcción, en muchos casos, no llegó a concluirse, mientras que en otros el abandono o el desuso condenaron al olvido.

Hace ahora 25 años, en 1993, un grupo de personas tuvo una idea brillante: recuperar aquellos viejos trazados ferroviarios y darles una nueva vida en forma de itinerarios para el senderismo o el cicloturismo. Nació así el proyecto Vías Verdes, auspiciado por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles y organismos como Renfe, Feve o el Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente.

Muchas vías habían sido devoradas por la vegetación. Otras estaban destinadas a desaparecer a causa del desarrollo urbanístico

“En 1993 España tenía 7.000 kilómetros de vías abandonadas de ferrocarril. Itinerarios que requerían de una actuación urgente para volver a ponerlas en valor”, recuerda Carmen Aycart, directora de Vías Verdes hasta 2016. Muchas de esas vías habían sido devoradas por la vegetación. Otras estaban destinadas a desaparecer a causa del imparable desarrollo urbanístico.

Vía Verde de la Subbética.
Vía Verde de la Subbética.

El reto era mayúsculo. Y la oportunidad, única. “En un territorio tan abrupto como el español, estas vías cuentan con una serie de ventajas inigualables: dado que fueron pensadas para que por ella circulasen los trenes, salvaban cualquier tipo de desnivel o dificultad para el senderista o cicloturista. Además, las numerosas estaciones podían jugar un papel esencial como equipamientos complementarios. Hoy en día, las Vías Verdes son completamente accesibles para cualquier persona con movilidad reducida”, apunta Aycart.

Un proyecto ilusionante

Está claro: con las Vías Verdes, ganamos todos. “España necesita desarrollar la movilidad sostenible y el cicloturismo”, opina Aycart. “Iniciativas como las Vías Verdes permiten desarrollar el territorio, coexionarlo y dinamizar el mundo rural. Además, el programa permite generar en la población unos hábitos más sostenibles y saludables de turismo activo. Al mismo tiempo, contribuyen de manera decisiva a recuperar un patrimonio de gran valor histórico y cultural que en gran medida se habría perdido de no haber puesto en marcha este proyecto”.

“Las Vías Verdes son un proyecto ilusionante”, apunta Chus Blázquez, responsable de Rutas Pangea y, a buen seguro, una de las personas que más y mejor conoce todo lo que tiene que ver con cicloturismo en España. “Han dado una nueva esperanza a territorios que la perdieron por culpa de la despoblación y la falta de oportunidades laborales”. En su opinión, las Vías Verdes “brindan a esos lugares una nueva oportunidad, y no sólo por su indudable potencial turístico: también como propuesta de ocio saludable para la población local y lugar de esparcimiento seguro lejos del tráfico motorizado”. Blázquez destaca, como Aycart, “la apuesta de las Vías Verdes por la accesibilidad” y su contribución a la conservación del patrimonio ferroviario: “estaciones, viaductos, túneles, trenes, señales, depósitos… Un acervo cultural amenazado que gracias a este programa aún podemos disfrutar”.

En familia

Dada su facilidad para ser recorridas, las Vías Verdes son también una cantera ideal para principiantes o niños. Pekebikers es un grupo de familias que, en su tiempo de ocio, organiza actividades al aire libre para los más pequeños. “Cuando tuvimos hijos no quisimos dejar de hacer las cosas que nos gustaban. Entre ellas, el ciclismo y el senderismo. Son dos actividades que podemos compartir en familia y disfrutar juntos”, cuenta Ana Novellón, una de las impulsoras de Pekebikers.

“Mi primera Vía Verde fue la del Canal de Castilla”, recuerda Novellón. “Por aquel entonces no teníamos coche y nos desplazábamos en transporte público. Descubrimos que en bicicleta viajábamos de manera más pausada y disfrutábamos muchísimo más. Cuando llegaron los niños nos hicimos con unos remolques, y desde el primer momento empezamos a llevarlos con nosotros. Era perfecto, porque se quedaban dormidos con el traqueteo. Ahora que son más mayores lo disfrutan aún más: van en sus carritos charlando y jugando con sus amigos. Y como lo han mamado desde pequeños no extrañan su cama o su casa: están acostumbrados a la itinerancia y se inventan mil y un juegos con un palo o una piedra”.

Novellón no duda a la hora de recomendar las Vías Verdes a otras parejas con hijos. “Son la escapada perfecta de fin de semana. Una manera increíble para estar en familia desarrollando una actividad tranquila, respirando aire puro y disfrutando de paisajes increíbles”, apunta. “Han supuesto nuestro bautismo en el cicloturismo, y creo que hemos hecho un porcentaje muy elevado de ellas, algunas varias veces”.

Pequeñas inversiones, grandes resultados

Como en todo proyecto de largo recorrido, si uno echa la vista atrás encontrará, a buen seguro, cosas que se podrían haber hecho mejor. También en las Vías Verdes. “Echo de menos que hubiese existido más inversión”, lamenta Aycart. “Estamos hablando de cantidades de dinero relativamente pequeñas que se podían haber multiplicado por dos o tres, lo que se hubiera traducido en muchas más vías verdes. También es importante poner el foco en el mantenimiento y la conservación de lo ya construido, ya que algunas Vías Verdes han caído en un progresivo abandono”. Arantxa Hernández, la actual Jefa del Área de Vías Verdes, coincide con esa necesidad de seguir trabajando duro. “Las Vías Verdes avanzan a velocidades distintas, no es algo lineal”, explica. “Algo que tiene que ver, sobre todo, con cuáles son las más veteranas y cuál ha sido el modelo de gestión de cada una de ellas”. Y es que, por su naturaleza, las Vías Verdes trascienden las distintas administraciones, y eso añade complejidad a la tarea. “A menudo, encontramos que determinados límites administrativos hacen que las Vías Verdes pequen de ser demasiado comarcalistas o localistas. El objetivo es tener una visión mucho más amplia, al estilo de otros países de Europa en los que puedes atravesar varios países sin ni siquiera darte cuenta”.

Más allá del margen de mejora, de lo que no hay duda es de las Vías Verdes van a más. “Nos hemos pasado años explicando qué eran, y ahora tenemos un público que las conoce en profundidad y que demanda nuevos kilómetros, nuevas ampliaciones y más conexión entre ellas. De hecho, hay gente que colecciona Vías Verdes”, explica Arantxa Hernández. “El futuro pasa por seguir recuperando esos 5000 kilómetros de potenciales trazados ferroviarios que aún están en desuso y ser capaces de convertir lo que ahora son fideos en un mapa en una red conectada y cohesionada”.

“El futuro pasa por seguir recuperando esos 5000 km de potenciales trazados ferroviarios que aún están en desuso”

Con ello ganaremos todos. “El que prueba a disfrutar en bici de las Vías Verdes se engancha, porque son cómodas, fáciles y accesibles”, concluye Arantxa. Y porque la libertad que te da la bicicleta no te la da prácticamente nada. De hecho, creo que las Vías Verdes son una gran aportación al mundo de la bici en general, no sólo al cicloturismo o al ciclismo deportivo: mucha gente que empieza recorriendo una vía verde en familia acaba utilizando la bici para ir al trabajo en la ciudad. A menudo parece que existe una dicotomía entre la bicicleta entendida como medio de transporte y como deporte, cuando en realidad ambos mundos están muy conectados”.

SIETE VÍAS VERDES CON ENCANTO

Todas las Vías Verdes tienen algo de especial, y todas merecen ser recorridas y disfrutadas. Aun así, hemos seleccionado siete de las más espectaculares de la geografía española.

1. Vía Verde de la Sierra (Andalucía).

Un antiguo trazado ferroviario que pretendía unir Jerez de la Frontera y Almargen (Málaga). La Vía Verde de la Sierra tiene una longitud total de unos 36 kilómetros y un estado de conservación envidiable. Entre sus atractivos más memorables, el ‘Chaparro de la Vega’; un ejemplar de encina de más de 200 años y 13 metros de altura, cerca de Coripe, y el Peñón de Zaframagón, un mirador de aves en el que se concentra la mayor población de buitres leonados de toda Andalucía.

2. Vía verde de Ojos Negros (Teruel-Valencia).

También conocida como la Vía Minera, por discurrir por el antiguo trazado del ferrocarril que extraía el carbón de las minas de Ojos Negros, es un clásico de las Vías Verdes españolas. En parte, por ser la que tiene una mayor longitud: 160 kilómetros que unen Teruel con Sagunto, en la costa valenciana, pasando por Castellón. Todo, para disfrutar de un paisaje en el que manda el bosque mediterráneo.

3. Vía Verde de la Senda del Oso (Asturias).

Una de las primeras que se sumaron al programa. La ruta comienza en la pintoresca Entrago, una localidad ubicada en pleno valle de Teverga. Lo hace con un descenso suave en el que el ciclista está acompañado en todo momento por el cauce del río y una naturaleza exuberante. La cercanía a Oviedo, con todo lo que ello conlleva en cuanto a comodidades, es otro de sus puntos fuertes.

4. Vía verde de Sierra de la Demanda (Burgos).

52 kilómetros de recorrido entre Arlanzón y Monterrubio de la Demanda, en Burgos, lo que fue en su día un trazado minero. Una zona de sorprendente belleza con puntos de indudable interés como el yacimiento de Atapuerca. Eso sí, también con un desnivel acumulado nada desdeñable: 693 metros, lo que la convierten en una ruta perfecta para los que, además de disfrutar, buscan sudar.

5. Vía Verde de El Carrilet (Girona).

El ferrocarril de vía estrecha (carrilet en catalán) que unía Olot y Girona fue, desde su inauguración en 1911 hasta casi su cierre en 1969, la principal vía de comunicación de las comarcas de La Garrotxa, La Selva y el Gironés. Hoy es una encantadora Vía Verde de 57 kilómetros y un escaso desnivel en la que el ciclista o paseante se deleitará con gran cantidad de pueblos llenos de encanto.

6. Vía Verde del Aceite (Jaén).

Lo que antes eran cinco itinerarios distintos ha quedado unificado en una vía verde de 128 kilómetros, que la convierten en la más larga de Andalucía. Un recorrido inolvidable por las provincias de Jaén y Córdoba a través de las Sierras Béticas, y con algunos de los túneles, pasarelas metálicas y puentes de hierro más impresionantes de España.

7. Vía Verde del Plazaola.

Un itinerario que conecta dos territorios, Guipuzcoa y Navarra, adentrándose en el valle de Leitzara. 25 kilómetros prácticamente llanos en los que el único contratiempo puede ser la climatología. Sí: en la zona llueve con abundancia, y de ahí la existencia de un paisaje abrumador.