Cultura ciclista

The Pioneer, una semana de belleza y dolor en la legendaria prueba ciclista de Nueva Zelanda

Ninguno de nosotros quiere morir, pero si nos prometieran que nos espera algo como esto… Quizá lo aceptaríamos de mejor grado. Hablamos de The Pioneer, una prueba que recorre Nueva Zelanda durante una semana y ofrece belleza extrema, sacrificio, dolor y compañerismo. Empezó el pasado domingo y hablamos con uno de sus participantes, Miguel Silvestre.

Aunque está a más de 19.000 kilómetros e, incluso, vive en otro día (ya es sábado en Nueva Zelanda), se le nota entusiasmado. Miguel Silvestre, responsable de Retrocycle y uno de los organizadores de la Épica Atacama, no es un recién llegado a este tipo de aventuras, pero sabe que va a vivir algo especial. Hablamos de The Pioneer, siete etapas, una carrera en pareja que afronta con el equipo Imparables y donde Silvestre participa junto al ciclista portugués Vitor Gamito.

“Venimos a quitarnos las ganas de bici y los kilos de más de estas Navidades”, cuenta Silvestre riendo. “Empezamos este domingo en Christchurch, al norte del país, y recorremos hacia el sur los llamados Alpes Neozelandeses”. La belleza y dureza del recorrido, desde luego, están garantizados: hablamos de siete etapas de unos 100 kilómetros de media (el total recorrido son 545 kilómetros), en bici de montaña y con una subida total de 15.105 metros. Un lugar mágico donde encontrar paisajes únicos, la afamada cordialidad de los locales y, desde luego, el carácter y fortaleza interior que puede llegar a tener uno mismo. “Lo bonito no acaba con la etapa”, explica Silvestre, “porque las noches se pasan en una tienda de campaña. La aventura y la convivencia están garantizadas, conviviremos con olímpicos y mucha gente peculiar, personas que, como nosotros, pretenden recorrer y conocer el mundo de la mejor forma posible: sobre una bicicleta”.

La Cape Epic de Sudáfrica, la Titan Desert marroquí, la Epica Gaes Atacama de Chile… y, ahora, The Pioneer. Un póquer de pruebas legendarias que, en este caso, se complica además por un viaje al otro lado del mundo y unas condiciones extremas. “Hemos aterrizado 38 horas antes de empezar a rodar”, explica Silvestre, “pero será suficiente. El clima va a dar juego, porque aquí es verano y tendremos temperaturas de casi 30 grados y mínimas de cero, estaremos a casi dos mil metros de altura, habrá lluvia… Pero no hay duda: somos unos privilegiados. Y, además, queremos motivar a la gente a que se anime a afrontar este tipo de aventuras, que también son un reto y una vacaciones y, sobre todo, una experiencia muy enriquecedora”.

¿Qué se aprende en una semana así? “Todo”, contesta Silvestre en el acto. “A disfrutar de la sencillez, de que para ser feliz apenas se necesita nada. Aprendes a vivir con lo básico, a hacer equipo con cada persona con la que te cruzas, a conocer a la gente del lugar, que se vuelca con la prueba. Aprendes los valores inherentes a este deporte. Te hace cambiar. ¿Se puede pedir más?”

“Ojalá estuvieran aquí todos los seguidores de Ciclosfera: poco a poco, las bicis conquistan ciudades, desiertos y montañas”

Sí, le digo: estar yo ahí. “Ojalá”, contesta, “tú y todos los seguidores de Ciclosfera. Poco a poco las bicis conquistan ciudades, desiertos y montañas”. De animarnos… ¿Cómo tendríamos que prepararnos? ¿Qué rutina ha seguido él antes de empezar a rodar? “Nada especial”, asegura. “Lo más trabajoso es tenerlo todo preparado y coordinado y, eso sí, desde hace un mes hago una hora diaria de spinning entre semana y, el fin de semana, una salida de cuatro horas. Pero lo físico no es lo más importante: lo es mucho más venir con ganas de bici que demasiado entrenado, porque aquí lo que manda es la cabeza”

Silvestre cuenta que su montura será una Orbea Oiz de doble suspensión, con grupo Shimano. “Te permite rodar y bajar rápido, es cómoda y ligera… Apenas supera los 10 kilos”, explica. Así, con su bici, sus compañeros y toda la ilusión, dejamos a Miguel Silvestre. Seguiremos informando.