Ciudades

Seis razones por las que todas las ciudades deberían ser ciudades 30

La limitación a 30 km/h en el centro de Valencia ha vuelto a reabrir el debate entre peatones, conductores y ciclistas. Te invitamos a leer seis razones por las que todos ganaríamos si la medida se implementara en el resto de ciudades.

1. Más seguridad para el peatón. La ciudad no es lugar para correr. De hecho, ningún lugar lo es -salvo un circuito de carreras- pero la ciudad menos aún. Un conductor que circula con su vehículo a 30 km/h cuenta con una capacidad de reacción mucho mayor ante cualquier eventualidad de las que surgen constantemente en las calles de nuestras ciudades: un niño que sale corriendo tras una pelota, un perro que cruza la calle despistado…

2. Más seguridad para el ciclista. Es un hecho: hoy en día hay más bicicletas en las calles que nunca, y su número va a seguir aumentando a medida que más y más gente se dé cuenta de las ventajas de moverse en bicicleta. En ciudad, es fundamental adecuar la velocidad de los coches a la de las bicicletas para salvar la distancia que convierte al primero en un peligroso armazón de hierro y a la segunda en un vehículo desnudo y frágil. Más despacio, todos amigos.

3. Más fluidez del tráfico. Está demostrado que cuando los vehículos circulan de manera constante a una velocidad moderada los atascos son mucho menores. ¿Quieres llegar antes? Entonces no corras.

4. Menos contaminación. ¿No te importa que los coches circulen a velocidades estratosféricas? Entonces piensa en tu salud. Cada vez que un coche pega un brusco acelerón, de los que desgraciadamente estamos acostumbrados a ver, sale de su tubo de escape un pestilente y nocivo humo cargado de CO2. Piensa en tu salud.

5. Menos ruido. La contaminación acústica se ha convertido en un enemigo no precisamente silencioso. El ruido de un motor a baja velocidad es mucho más razonable que el de un Fitipaldi urbano. Recordamos, por si alguien lo había olvidado, que el uso del claxon en ciudad está prohibido salvo por causas justificadas. Un atasco no lo es.

6. Más turismo (y por tanto, más ingresos). Piénsalo: vas de turista a una ciudad extranjera. ¿Qué preferirías? ¿Un lugar en el que los coches circulasen a baja velocidad o uno con calles que en realidad parecen autopistas? Un tráfico respetuoso y amable fomenta el turismo y, por tanto, los ingresos de una ciudad. Fomenta el consumo. Y hace que todos ganemos en calidad de vida.