Bicicletas

Ridentity: una ciudad, 23 artesanos y una sola bicicleta

Tan vienesa como un pensamiento de Freud, un cuadro de Klimt o una composición de Strauss: Ridentity es una bicicleta única, una bicicleta llena de personalidad pero hecha gracias a la colaboración de 23 artesanos de Viena.

Ha sido el primer gran acontecimiento de la Wiener Fahrradschau, la feria de la bicicleta de Viena, y no es de extrañar: una bicicleta única llamada Ridentity y fabricada gracias a la colaboración de 23 artesanos de la capital austriaca y patrocinada por Heineken.

“Todo empezó hace aproximadamente un año”, cuenta a Ciclosfera Oliver Toman, el diseñador gráfico que puso en marcha el proyecto. “No sólo me muevo en bicicleta: también me gusta cambiar partes, personalizarla, adaptarla cada vez más a mis necesidades. Y moviéndome por mi ciudad, Viena, me di cuenta de que estaba llena de gente que podía facilitarme esas partes para crear una montura única”.

Una ciudad de contrastes

Viena es, efectivamente, un lugar lleno de tradición y gusto por el trabajo cuidadoso, único y artístico. Fue así como Oliver reunió a 23 personas, cada una perteneciente a uno de los distritos de la ciudad. “Viena es una ciudad, por supuesto”, explica Toman, “pero te sorprenderías viendo lo distintos que son sus 23 distritos el uno del otro. La arquitectura, la gente, incluso las costumbres… Así que decidimos plasmar toda esa creatividad y diferencias en una sola bicicleta reuniendo el trabajo de un artesano de cada lugar”.

Ridentity, bicicleta creada por 23 artesanos de Viena (foto: R.V.)
Ridentity, bicicleta creada por 23 artesanos de Viena (foto: R.V.)

¿Cómo conseguir reunir el arte de 23 creadores y, al mismo tiempo, que la bicicleta tuviese una personalidad propia? “Eso fue lo más complicado”, reconoce Toman, que estudió cinco años español y ha visitado varias veces nuestro país. “Si trabajar con 3 ó 4 personas es, muchas veces, complicado, imagínate hacerlo con 23 artesanos… Pero pensamos que sería bonito hacer algo entre todos, y que una obra común siempre sería mejor y más grande que una individual. Seguimos una línea de trabajo para alcanzar un objetivo final consensuado que fuese una bici de ciudad, moderna”. Para Toman, “no es una bicicleta cualquiera. Todos sus detalles la hacen diferente”.

En opinión de este diseñador, acostumbrado a rodar a diario por su ciudad y fanático de las carreras, “el ciclismo urbano está viviendo una explosión en todo el mundo. En Viena sentimos que siempre vamos con un poco de retraso, pero aquí también está pasando… Y eso se combina con una gran tradición por la artesanía y la fabricación de bicicletas. La mezcla es muy cool, y da como resultado bicicletas modernas con un interesante toque clásico”.

Aunque la Ridentity es un ejemplar único y, para su creador, destinado a terminar en un museo, Toman fantasea con que pudiesen fabricarse más unidades. “Eso sí”, reconoce, “es demasiado cara. Ahora mismo, con todo lo que tiene, costaría como un coche pequeño”.