Cultura ciclista

Niños… Tenedle más miedo a los coches que a los desconocidos

Que lo secuestren. Que desaparezca. Que no lo volvamos a ver. Alarmados por algunas historias terribles y temores ancestrales muchos padres viven asustados porque un desconocido les arrebate a sus hijos, cuando el mayor peligro está mucho más cerca: los coches.

Será el subconsciente, las espantosas historias que de vez en cuando salen en los medios de comunicación o una simple cuestión de desconfianza hacia los extraños, pero es cierto: muchos padres viven angustiados por la posibilidad de que su hijo desaparezca a la salida de la escuela, en un despiste en el supermercado o cuando sale a pasear con sus amiguitos.

Sin embargo, es mucho más peligroso… acercarle a los coches. En una interesante reflexión, la periodista Angie Schmitt ha publicado un artículo comparando el número de niños secuestrados durante las últimas décadas en EE UU con la cifra de víctimas infantiles en accidentes de tráfico.

Los accidentes de tráfico son la principal causa de mortalidad infantil en EE UU

Schmitt cuenta que, en 1999 (“el último año en el que encontré estadísticas coherentes”, explica), el número de niños secuestrados en “situaciones típicas de desconocidos peligrosos” fue de 115, sobre un total de más de 50 millones menores estadounidenses. Lo curioso es que, además, la mayor parte de esos 115 niños fueron secuestrados por uno de sus padres.

Ese mismo año, 1999, 449 niños menores de 13 años murieron atropellados cuando iban caminando o en bicicleta. En 2013, el número se redujo a 207, pero la cifra es dantesca cuando incluimos a los menores fallecidos en accidentes de tráfico: hasta 2.136 niños de menos de 15 años murieron en un coche. No en vano, los accidentes de tráfico son el principal motivo de muerte en EE UU entre los 2 y los 14 años, con una media de 6 críos fallecidos cada día.

La autora, al final del artículo, reflexiona sobre la responsabilidad de las autoridades en todo esto. Así, explica, cada vez se alarma más a los padres sobre el peligro a los desconocidos y a la inseguridad ciudadana (lo que, por cierto, permite destinar cada vez más dinero a las fuerzas del orden público o al crecimiento de las empresas de seguridad privada), mientras se promueve la construcción de calles y carreteras más y más pobladas por coches, a la postre el mayor peligro para los menores. ¿No será hora de cambiar de una vez nuestra forma de vivir?