Ancianos

Marvin Teel: el bicimensajero que pedaleó hasta el final

El neoyorquino Marvin Teel, considerado el ‘paperboy’ del barrio, era una auténtica institución entre sus vecinos. Trabajó hasta su muerte, hace cuatro meses, cuando estaba a punto de cumplir 90 años.

Repartió unos cuarenta periódicos al día, cinco días a la semana… durante 45 años. Marvin Teel era toda una leyenda en la localidad neoyorquina de Benton, donde ha fallecido hace cuatro meses. Su trabajo suponía un valor seguro para el diario local que se encargaba de entregar puntualmente a sus clientes, el Benton News. “Es el mejor repartidor que he tenido”, recordaba uno de ellos al portal Nydailynews poco antes de su fallecimiento.

La clave estaba en el entusiasmo, y a Teel le sobraba. Cada día se subía a su vieja Schwinn para hacer el trabajo lo mejor posible. Y siempre con una sonrisa en el rostro. Hiciese buen tiempo o diluviase “A no ser que nieve mucho o haya helado, siempre salgo a repartir con mi bicicleta”, solía decir. Y cumplía.

“Si me quedo sin hacer nada me siento culpable”, contaba Teel

Para Teel, había una razón tan simple como poderosa para seguir trabajando hasta el final de sus días. “Siempre he trabajado”, recordaba en una de sus últimas entrevistas. “Si me quedo sentado sin hacer nada me siento culpable”. El trabajo le permitía disfrutar de sus vecinos. “Me gusta mucho visitar a la gente y pararme un rato a hablar con ellos de las cosas importantes, como por ejemplo ¿qué tiempo hará hoy?”, contaba con sentido del humor. Su viuda, con la que llevaba casado toda la vida, le recuerda con cariño y con el mismo sentido del humor. “Le encantaba hacer su ruta. ¡Y así me libraba de él un rato todos los días!” , bromeaba.

La historia de este veterano de Vietnam es parecida a la de otro bicimensajero de Winters, en California, que a sus 93 años ostenta oficialmente el título del bicimensajero más anciano del mundo. Prguntado por su competidor directo en el honorable título de ser el más veterano bicimensajero, Teel se ponía serio y reclamaba el título para sí. “Él sólo reparte una vez a la semana. Yo lo hago todos los días”, solía decir. Y así lo hizo… hasta el final.