Ciudades

La Lima que viene

Enorme y muchas veces caótica, la capital peruana es una ciudad que uno debe aprender a conocer y, por extensión, a amar. Ambas cosas son más fáciles sobre una bicicleta.

Cuando llegué a Lima sentí lo que dijo Melville de ella en Moby Dick: “Es la más extraña y triste ciudad que usted pueda ver”. Triste por su espesa y perenne masa nubosa (la “panza de burra”), extraña por ser húmeda pero no lluviosa. Pronto me sentí cansada y extraña: una amiga algo mística me dijo que Lima tiene “esa energía” que impregna a sus habitantes. A la Lima de Moby Dick hay que añadirle muchos millones de personas y sazonarla con terremotos, atentados, invasiones y escasez. Por eso me impactó al llegar, y por eso empecé a despotricar de ella (sin preocuparme por conocer su historia): me desesperó tener que plantearlo todo con mucha antelación, que nadie respetara las colas, que apenas se mirara al mar. Creció tanto mi aversión hacia Lima que me alivió leer que la CNN la situaba en el puesto sexto de las ciudades más odiadas del mundo. El trafico infernal

“Aquí no existe lo cerca”, me espetó un compañero de chelas (cervezas) al oír mis quejas sobre mis eternos viajes en combi (autobús). Ese es el gran mal de la ciudad, el tráfico, con la delincuencia y la contaminación. Se pierden casi 10.000 millones de euros al año (1.200 por habitante) por atascos. La velocidad media de los vehículos ha pasado en cinco años de 23km/h a 14km/h. Y algo aún más dramático: es la ciudad de América Latina con mayor índice de mortalidad vial, y 4 de cada 5 fallecidos son peatones. De los 16 millones de viajes diarios el 51% se hace en transporte público, el 13,5% en taxis, el 25% a pie y sólo el 0,5% en bicicleta. Pese a su rol fundamental los autobuses no son eficaces ni cómodos. Pese a suponer sólo el 11,5% de los viajes, el coche privado es la prioridad. Un modelo que genera estrés, inseguridad, contaminación y exclusión social, pero que se ha instalado en el imaginario colectivo como legítimo y símbolo de desarrollo y bienestar.

“Aquí no existe lo cerca”

No todo en Lima es gris

Con el paso de los meses y mucho tiempo y energía fui descubriendo dinámicas y rincones, y así fue como comencé a querer a Lima La Horrible, como la llamó el poeta Sebastián Salazar Bondy. La faceta más hedonista y palpable es la gastronomía: en sus mercados, huariques (establecimientos populares y pequeños donde se vende comida de excelente calidad a muy buen precio), comedores y restaurantes de autor encontraréis platos orgásmicos. Musicalmente, Lima ha sido escenario de varias revoluciones. Cuenta con agradables parques y excelentes museos. ¿La pena? Julio Pérez, vocalista de la banda La Sarita, hace la siguiente reflexión: Lima es usada, y no vivida, por sus pobladores. Lima es plana (exceptuando los conos), de temperatura suave y sin apenas lluvia: perfecta para la bicicleta. Uno de cada cuatro hogares tiene una. Hay más de 9 millones de habitantes y se estima que unos 200.000 pedalean. Se extiende a lo largo de 2.672 kilómetros cuadrados y cuenta con 126 kilómetros de ciclovías, que se espera lleguen pronto a 207. En resumen: aquí también se libra una revolución ciclista. La comunidad coincide en reconocer a la actual alcaldía, con un área específicamente dedicada al tema, como la que más ha hecho.

Uno de cada cuatro hogares tiene una bicicleta

Desde la Gerencia de Transporte Urbano se impulsa el Proyecto Especial Metropolitano de Transporte No Motorizado, conocido como Ciclolima, que busca habilitar la infraestructura necesaria y promover programas educativos. Cicloclina agrupa iniciativas como Ciclodía, Bicicole y Ubici. La primera ha liberado de vehículos durante la mañana de los domingos 6 kilómetros de una de las principales arterias, la avenida Arequipa. Bicicole promueve la bicicleta para ir al colegio. Por último, Ubici es el programa universitario que aspira a formar a nuevos líderes que apuesten por el ciclismo. Pero no todo son éxitos. El principal talón de Aquiles es la falta de infraestructura y el deficiente mantenimiento. Para el año que viene se prevé implementar el primer sistema público de préstamo de bicicletas en siete distritos. Desde diferentes colectivos se reconoce el esfuerzo pero también los puntos a mejorar, como que se pone el foco en el uso recreativo y no en la bici como transporte. Colectivos ciclistas también toman la calle de forma respetuosa pero decidida. Es el caso de Cicloaxión, creada en 2006 al calor de las marchas ciclonudistas de Canadá y España. Su principal artífice, Octavio Zegarra, cuenta cómo en su primera actividad acudieron tan sólo quince personas y únicamente dos se quedaron calatas (desnudas). No importó: se organizó otra para el año siguiente, en verano, y el éxito fue total, sumándose más de 500 ciclistas. Rodar sin sentirse extraterrestre

Para romper el hielo, se puede empezar un domingo por la mañana en la avenida Arequipa, donde alquilan bicis por 7 soles (poco más de dos euros) la hora. Otra posibilidad es acudir a las salidas que organizan Actibícimo y Cicloaxión. Si se ha decidido dar el paso de adquirir una cleta lo mejor es seguir las recomendaciones de Diéter Sánchez en su post Dónde comprar una bici en Lima. Consejos para todo presupuesto: el margen va desde 150 soles (unos 40 euros) en la avenida Grau, en el comercial y caótico barrio de La Victoria, hasta varios miles de soles en tiendas especializadas o vintage. Uno de los paseos más agradables es la ciclovía que recorre gran parte del malecón, desde Chorrillos hasta Magdalena (eso sí, con algunas interrupciones), pasando por el bohemio barrio de Barranco y por el céntrico Miraflores. En el puerto de Chorrillos hay puestos que sirven el ceviche más fresco del universo a precios más que módicos. En Barranco encontraréis galerías de arte, restaurantes, hermosas casas coloniales o el Museo de Arte Contemporáneo. Por favor: no dejes de probar los deliciosos picarones ni aguantar la respiración mientras pides un deseo en el Puente de los Suspiros. En Miraflores hay mercados de artesanía, tiendas de diseñadores locales y restaurantes y cafeterías con solera. Los sábados por la mañana encontrarás un mercadillo de productos ecológicos al lado del parque El Reducto, ideal para ir con bebés. Por último, Magdalena ofrece en verano desde el Parque de la Pera espectaculares atardeceres y un magnífico mercado. Las bicicletas son para Lima

Una de las peores vivencias limeñas es ver una ambulancia con la sirena encendida tratando de avanzar y comprobar estupefacta cómo ningún coche se aparta. Tal indiferencia, que también es agresividad, produce el miedo que entre otras cosas paraliza el auge del ciclismo urbano, y se debe en gran parte a cómo está construida la ciudad: sin aceras, con grandes extensiones de espacio público para aparcamientos y carreteras, sin semáforos en los pasos de peatones, escasas zonas peatonales y carriles bici mal trazados. La forma en que se construye y se usa el entorno urbano favorece este comportamiento agresivo. En cambio, la silenciosa revolución de la bicicleta podría ofrecer a esta ciudad una forma diferente de vivirla, de relacionarnos con ella, y también de relacionarnos entre nosotros. Volviendo a Herman Melville, la reciente novela La ciudad más triste explora la huella que dejó en él la capital peruana. Quisiera quedarme con las palabras que le oí decir a su autor, Jerónimo Pimentel, en una entrevista. Dijo de Lima: “Es una ciudad de confrontación, es una ciudad que odia. Pero también creo, y esto es más un deseo que un hecho, que esa ciudad poco a poco nos está abandonando. Esa Lima no puede existir más, deberíamos apuntar hacia otro tipo de ciudad y hacia otro tipo de relación con ella. Tengo la sensación de que estamos en un momento de transición. La Lima que viene, y me vas a disculpar el optimismo, quiero pensar que es una ciudad mejor”. Y con muchas más bicis, imagino yo. SIN RIESGOS

Quienes quieran pedalear el Centro Histórico de Lima sin riesgos pueden contactar con empresas que ofrecen visitas guiadas. Bike Tours of Lima ofrece tres rutas: una recorre Barranco y Chorrillos y se centra en la historia de la Guerra del Pacífico, otra va por Miraflores y San Isidro, pasando por huacas (sitios arqueológicos urbanos) y casonas con valor arquitectónico y la tercera llega hasta el Centro Histórico de Lima y visita lugares como el Convento de San Francisco, la Catedral, la estación de Desamparados y la Plaza de Armas. Al tratarse de una ciudad tan extensa no se presta a ser recorrida a pie, por lo que conocerla en bicicleta es muy buena opción. EL ‘PUNCHE’ COTIDIANO

A los colectivos y activistas se une el punche (ganas, energía) de ciclistas anónimos que sacan sus “cletas” a diario. Es el caso de Nuria, que vivió en varias ciudades pero se hizo aquí ciclista: cada día pedalea 7 kilómetros por el malecón y la Avenida Salaverry para ir a su oficina. O el de Mar, que circula en bici por el Centro Histórico de Lima en algo parecido a “bailar en un concierto de punk”. Tito es un limeño que se enfrenta a los comentarios que lo tachan de misio (pobre): en una población tan desigual y elitista, la bici no escapa a connotaciones sociales. Tradicionalmente usada por jardineros, fontaneros o vendedores ambulantes, es frecuente ver repartir agua y gas a domicilio en bici.