Ciudades

El Helicoide de Caracas: elefante blanco

Una oda al cochecentrismo. Un monstruo a medio terminar. Visitamos el Helicoide de Caracas, un edificio colosal y el símbolo de una utopía fallida.

Caracas no es amiga de peatones y ciclistas. El bajísimo precio de la gasolina (llenar un depósito de 50 litros cuesta menos de 1 céntimo de euro), las distancias y un urbanismo descontrolado han convertido a la capital de Venezuela en una urbe sin ley, donde las personas siempre llevan las de perder frente a los automóviles.

Pero dichos problemas no sólo existen en las carreteras. También se dan en su arquitectura, donde como mejor (o peor) ejemplo se yergue El Helicoide, un gigantesco e inconcluso megacentro comercial cuyas tiendas, una por una, debían recorrerse en coche a través de un serpenteante y empinado camino.

Sueño americano

“Empezó a construirse en 1956, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y se paralizó en 1961”, explica Celeste Olalquiaga, historiadora cultural y fundadora de Proyecto Helicoide, que pretende rescatar del olvido un edificio tan extraordinario como ignorado fallido. “La idea era edificar el centro comercial más grande y más moderno de las Américas”, añade Olalquiaga, “que contara con 360 tiendas, mil plazas de estacionamiento, áreas de exposición, un hotel de cinco estrellas, un helipuerto, multicines, un parque infantil y un sistema interno de radio y televisión”.

Empezó a construirse en 1956 y se paralizó en 1961

El autodenominado Centro Comercial y Exposición de Industrias fue una iniciativa privada del arquitecto Jorge Romero Gutiérrez, e incluye cuatro kilómetros de rampas que se extienden en forma de espiral, y hacia el cielo, en seis niveles, con un séptimo piso al aire libre concebido para espectáculos. El presupuesto inicial ascendía a 10 millones de dólares, pero cuando la construcción se detuvo ya superaba los 25.

Cárcel política

Alzado sobre el cerro Roca Tarpeya, cuyo nombre recuerda el lugar desde el que en la Antigua Roma se lanzaba a asesinos y traidores, el edificio destaca como una arruinada nave espacial sobre los barrios de San Agustín del Sur y San Pedro, la copia local de las favelas brasileñas. Para el activista urbano caracaqueño Cheo Carvajal, el Helicoide es “un elefante blanco”. En su opinión, se trata de “una de esas construcciones que se quedan a medio camino, mostrándonos de manera desafiante lo grandilocuentes e indiferentes al fracaso que podemos ser”.

“Desde 1985 sus ruinas están ocupadas por los servicios de inteligencia y contrainteligencia policiales”

Una vez paralizado, ese sueño de grandeza pasó al abandono total y se convirtió en refugio y escondite de indigentes, delincuentes y, ahora, en la base operativa de la policía política. Su ya mala fama ha empeorado con el tiempo, hasta estar ahora presente en las peores pesadillas de los opositores al régimen de Nicolás Maduro. Desde 1985, explica Olalquiaga, “sus ruinas están ocupadas por los servicios de inteligencia y contrainteligencia policiales. Sus dos niveles inferiores son utilizados como cárcel para unos 80 prisioneros políticos, y en el nivel superior se alojan directivos policiales”. Entre ambos, en las plantas intermedias, escombros, suciedad y ruina.

Posible recuperación

Sin embargo, hay quien confía en recuperar el Helicoide. “Podría convertirse en un espacio polifuncional”, propone Carvajal, “donde se fomentara la cultura y, de paso, se conectaran peatonalmente las vías que cruzan Caracas el oeste a sur”. Para Olalquiaga, “el edificio debe servir a la comunidad que le rodea. Gente que vive en la pobreza extrema y que carece de unos mínimos servicios deportivos y culturales”.

“El edificio debe servir a la comunidad que le rodea. Gente que vive en la pobreza extrema y que carece de unos mínimos servicios”

Isidro Sanz, arquitecto y profesor del Taller de Diseño en la Universidad Central de Venezuela (UCV), se expresa en la misma línea. “Dada su excelente estructura de hormigón armado”, asegura, “podría emplearse para cualquier tipo de equipamiento. A pesar de los años sigue siendo una construcción innovadora, porque tallaron la colina en forma de pirámide o zigurat y construyeron alrededor de ella”. Original, imponente y absurdo, como un elefante blanco.

El reflejo de un suicidio

El Proyecto Helicoide publicará este año un libro, organiza actividades pedagógicas y sirve una excelente web. Pero su propuesta estrella es* El Helicoide: From Mall to Prison* (El Helicoide: de centro comercial a prisión), una exposición que reúne fotografías, dibujos y folletos comerciales en el Center Of Architecture de Nueva York, y que podrá visitarse hasta mediados de julio.

El Helicoide de Caracas. Foto: Damian Fossi.
El Helicoide de Caracas. Foto: Damian Fossi.

“Con Proyecto Helicoide”, explica su creadora, Celeste Olalquiaga, “queremos hacer visibles las contradicciones, arquitectónicas y sociales, que la modernidad generó. No hay contraste mayor que el de El Helicoide y los barrios extremadamente pobres que lo rodean. Es un ejemplo desgraciado, pero emblemático, de la rápida ascensión y caída de la modernidad en Venezuela, similar a la de otros muchos países del llamado sur global”.

El Helicoide representa también el caos circulatorio y el desmesurado culto al coche presentes, todavía hoy, en la ciudad. “En Caracas se impone la ley del más fuerte”, lamenta Cheo Carvajal, “así que camiones, coches y motos son los que mandan. Es un abuso en todos los sentidos pero, sobre todo, es un robo del espacio y la prioridad peatonal, y la bicicleta es aún un actor incipiente”. Olalquiaga es, todavía, más explícita: “Ser peatón o ciclista es, hoy en día, casi un suicidio en Caracas”.

*Este reportaje forma parte de la edición impresa de Ciclosfera #21. Puedes leerlo completo en este enlace. O si te has perdido alguno de los números anteriores, encuéntralos todos aquí. *