Ciudades

Basilea, la perla ciclista

Viajamos a la pequeña y modélica ciudad suiza, un auténtico paraíso para los amantes de las bicicletas.

Justo donde confluyen Suiza, Alemania y Francia está Basilea: llamada la esquina de los tres países y bañada por las cristalinas aguas del Rin, sus callecitas de cuento ofrecen una inagotable oferta cultural, preciosas cafeterías e infinidad de rincones donde disfrutar los productos artesanales suizos.

Con sus más de 30 museos y galerías y la celebración, en marzo, de su carnaval (Basler Fasnacht), Basilea es un apasionante foco cultural gracias a su catedral (donde está la tumba de Erasmo de Rotterdam), edificios singulares (muchos obra de los arquitectos Herzog & Demeuron), la feria anual Art Basel, la Ópera y el Ayuntamiento. Todo en la misma ciudad que, además, alberga algunas de las más importantes industrias químicas y farmacéuticas de Europa y cuyo epicentro vital son, especialmente en verano, las orillas del Rin.

La amabilidad de los basilenses y su tamaño la convierten en un paraíso: pasearla es disfrutar de un auténtico desfile ciclista. Bicicletas de colección, fixies, monociclos, velocípedos, eléctricas, de descenso, tándems… Casi, el escaparate de una competición para ver quién tiene la bici más bonita. Muchos recurren a la compra de una máquina usada en el mercado de pulgas de Petersplatz, los sábados por la mañana; otros optan por las muchas (y carísimas) tiendas de la ciudad.

La vida está el doble de cara que en España, pero la gente gana casi tres veces más

Porque… ¿Cómo se vive en Basilea, la tercera ciudad del país que guarda las mayores fortunas del mundo? Se vive bien, muy bien. La vida está el doble de cara que en España, pero la gente gana casi tres veces más. Para hacernos una idea, este 2014 se votará en referéndum que todos los suizos, trabajen o no, cobren una renta de algo más de 2000 euros. Además, sus habitantes aprovechan las ventajas de vivir a un par de kilómetros de países más baratos. “¿Lo ideal?”, dicen los lugareños, “es trabajar en Basilea, vivir en Francia y hacer la compra en Alemania”.

Quizá lo mejor es que esos recorridos se pueden hacer a pedales. Que en una ciudad de 23 kilómetros cuadrados la quinta parte de sus 173.000 habitantes elija la bici como medio de transporte habitual no es casualidad:con una larga tradición y buenas políticas de movilidad, *Basilea cuenta con 140 kilómetros de carril bici perfectamente conectados con todas las zonas clave.

Donde la bici es la reina

Por las cortas distancias y las muchas zonas llanas resulta fácil llegar donde quieras, en bici, en un tiempo récord y con la máxima seguridad (cuidado, eso sí, con los raíles del tranvía). Aparcar es sencillo y seguro gracias a las muchas instalaciones disponibles, no sólo al aire libre sino con aparcamientos subterráneos como el de la principal estación de trenes, SBB, con espacio para más de 1.600 bicis y establecimiento de alquiler, venta y reparación de material, taquillas para cascos y otros objetos personales, vídeovigilancia permanente y un punto gratuito de carga eléctrica.

Hay caminos, perfectamente señalizados en y alrededor de Basilea, que forman la base del programa Vacaciones en bici,concebido para el turismo sostenible. El programa incluye varios tipos de rutas: las nacionales (se extienden por ocho cantones), las regionales (conectan Basilea con Francia y Alemania) y una última europea. Todo figura en el Veloplan (Bicimapa), distribuido de manera gratuita.

Cuantos menos coches, mejor

El trabajo de diseño, planificación y ejecución corresponde al Departamento de Urbanismo y Tráfico, dotado con importantes fondos del gobierno central. Kathrin Schweizer, trabajadora de dicho departamento en el Cantón de Basilea-Ciudad, explica que cada proyecto “es desarrollado por un grupo de especialistas con funciones plurales y unidas por un denominador común, la ordenación urbanística y el tráfico, para ponerlo todo en práctica de forma coherente, conciliadora y respetuosa”.

“Nuestra idea es que el coche se utilice lo menos posible”

Esta política viene de lejos: empezó a desarrollarse a mediados de los 70 y, cuenta Schweizer, “desde sus inicios centró su actividad en la promoción de la bicicleta a través de campañas de seguridad vial y de la creación, en 2003, de un marco de crédito del Gobierno. Tenemos un presupuesto de 8 millones de euros para los próximos cinco años, y nuestra idea es que el coche se utilice lo menos posible y que opciones más ecológicas y económicas sean las más utilizadas”. Algo que se consigue, por ejemplo, fomentando el alquiler de coches y compartiendo los mismos para los itinerarios más habituales.

Un trabajo constante

Basilea piensa en el futuro: inspirándose en la estación de Jiyugaoka (Tokio), la ciudad proyecta un aparcamiento automatizado de bicicletas bajo la entrada principal de la estación de trenes de Basel Badischer Bahnhof, que une Suiza y Alemania. “Será un lugar en el que dejar tu bici el tiempo que quieras y sin ningún riesgo, gracias a un sistema robotizado que la guardará en una estructura individual para cada bicicleta”, cuenta, con orgullo, Schweizer. “Tendrá unas mil plazas y, de aprobarse en el parlamento, las obras comenzarán en 2016 para ser inaugurado en 2019”.

Si cambiamos la interfaz de nuestro entorno cambiamos también la manera en la que nos relacionamos con él y con nosotros mismos. El sistema se centra en apuestas positivas: en lugar de luchar por el espacio, se convive en él colectiva y pacíficamente. En lugar de segregar vías, se comparten de manera segura. En vez de restringir opciones, se potencian las posibilidades entre ámbitos distintos, primando el respeto hacia el medio ambiente y la comunicación fluida de lugares y personas. Y así, pensando los unos en los otros, es como se conecta el mundo. ¿Qué mejor forma que hacerlo en bici?

DOS MUNDOS, DOS ORILLAS

El Rin divide la ciudad en dos partes con personalidad propia. Grossbasel (gran Basilea) acoge el corazón comercial y administrativo, así como la universidad más antigua de Suiza y el casco viejo, donde se encuentra la catedral románico-gótica. Kleinbasel (pequeña Basilea), poblada de barrios multiculturales y alternativos, está llena de tiendas de productos exóticos, tallercitos de diseño y artesanía o zonas recreativas para los más pequeños.

FACILITAR LA VIDA AL CICLISTA

• Más de 400 vías de uso exclusivo ciclista.
• Espacio prioritario en la calzada, con velocidad limitada para el tráfico a motor de 50 km/h.
• En las calles más pequeñas y estrechas esa velocidad se reduce a 30 o 20 km/h. Se puede circular en bicicleta por los carriles bus, otras carreteras, caminos seleccionados e incluso autovías y autopistas.
• Posibilidad de circular en ambos sentidos por callejuelas: las calles de dirección prohibida lo son para los coches, no para las bicis.
• Infinidad de carriles bici elevados, por ejemplo, en los puentes.
• Medidas operativas y estructurales destinadas a la seguridad ciclista en las intersecciones peligrosas
• Señalización de rutas, a nivel cantonal y nacional, incluyendo también a Francia y Alemania.

¿ROBOS? ¿QUÉ ROBOS?

La mayoría de las bicis apenas están candadas con un frágil cable trenzado entre la rueda y el cuadro, no a un elemento fijo del mobiliario urbano, y muchas ni siquiera están aseguradas en un lugar donde los robos son anecdóticos. La gran mayoría llevan además una pegatina con un número que hace las veces de matrícula: aunque no es obligatorio, una bici identificada resulta menos atractiva para un caco. En Basilea se produce, además, un curioso fenómeno: muchos no encuentran su bici donde la dejaron. Es algo que no se debe a los robos: si dejas tu montura demasiado tiempo en un mismo sitio el ayuntamiento la marca con una pegatina, para avisarte de que la tienes que mover y dejar espacio a otra. Si no lo haces, se la llevan y la guardan en un retén hasta que la recojas, tras demostrar (con una foto, la llave de tu candado o el número de serie) que es tuya. Una vez al año, las bicis no reclamadas se subastan a precios asequibles.