Supervivencia

En caso de apocalipsis zombie… ¡usa la bici!

Si tuvieras que sortear a una horda de muertos vivientes que quieren chuparte el cerebro, la bicicleta sería tu mejor aliado. Si llega el apocalipsis zombie… ¡pedalea!

Halloween ya está aquí. Y como es lógico, el mundo de las bicicletas también se ve contagiado por la fiebre que celebra la vuelta a la vida de los muertos. Aunque sólo sea por un día. La web Wabikes ha reunido en un artículo las razones principales por las que la bicicleta sería el vehículo ideal en caso de tener que salir vivo de un virtual apocalipsis zombie. Estas son algunas de ellas:

1. Los atascos kilométricos están garantizados, como hemos visto en infinidad de películas americanas. Con una bicicleta no sólo podrás sortear el tráfico, también todos los escombros que dejan tras de sí los insaciables zombies. Mientras tú sales disparado de la ciudad, ellos encontrarán en ese atasco su mejor festín en forma de humanos atrapados e indefensos.

2. Las rutas para escapar son infinitas. ¿Por qué limitarse a las carreteras? Los caminos pueden ser perfectos para pasar desapercibido. Y sí, también las aceras: en pleno apocalipsis zombie se permite circular por ellas. Sin que sirva de precedente.

3. El ruido atrae a los zombies. Todo el mundo sabe que cuanto más ruido hagas más posibilidades tendrás de acabar convirtiéndote en la cena de los ya contagiados por el virus zombie. ¿Qué mejor que tu silenciosa y veloz compañera para no ser una presa fácil?

4. El campo de visión es fundamental para ver venir a los zombies: pueden aparecer en todas direcciones. La mejor y más amplia perspectiva la tendrás sobre tu bicicleta. Como siempre.

5. ¿Necesitas un objeto que pueda servir de barricada ante la llegada de los torpes (pero letales) muertos vivientes? ¡Usa tu bicicleta! Ganarás un tiempo precioso.

6. En la maltrecha economía posapocalíptica, las bicicletas serán fundamentales como elemento de trueque. Sí: puede que te duela desprenderte de ella, pero te será de gran utilidad en caso de necesitar víveres o elementos vitales para la supervivencia. Aún más vitales, si cabe, que tu amada montura.