Madrid

Nos subimos a BiciMad, la bicicleta pública (y eléctrica) de Madrid

La alcaldesa, Ana Botella, se dio un paseo por algunas de las principales calles del centro. BiciMad arranca hoy con 1.560 bicicletas y 3.120 anclajes.

Se ha hecho esperar, pero el sistema público de alquiler de bicicletas de Madrid ya está aquí. Las más de 1.500 bicicletas funcionarán las 24 horas al día los 365 días del año y estarán distribuidas por los distritos de Centro, Retiro, Arganzuela, Chamberí y Moncloa-Aravaca. Se trata del primer sistema de bicicleta pública 100% eléctrica de Europa, y pretende cambiar radicalmente la manera de moverse por la capital. Además, BiciMad estará acompañado de una app para el teléfono móvil desde la que se podrá consultar toda la información del servicio: desde el saldo del que disponemos hasta cuáles son las estaciones más cercanas, en las que incluso se podrá reservar un aparcamiento.

Un cambio cultural

La expectación era palpable. BiciMad ha tardado en llegar más de lo previsto, y había ganas de probarlo. A las 10.30 de la mañana la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, llegaba al Paseo del Prado entre una nube de fotógrafos y curiosos para subirse en una de las flamantes, blancas e impolutas bicicletas eléctricas. “La verdad es que le ha echado valor”, bromeaba un periodista. “Podría haberse caído en pleno Paseo de la Castellana y al día siguiente estaría en la portada de todos los diarios”. Pero no, Botella no se cayó. A pesar de que sus primeras pedaladas fueron titubeantes, casi temerosas, no tardó en hacerse con el control de la máquina para, una vez cruzada Cibeles, avanzar hasta Colón y dar la vuelta por Jorge Juan, girar en Serrano y llegar hasta la plaza de la Independencia, donde tenía lugar la presentación oficial. Un breve paseo en el que compartió con los periodistas sus impresiones sobre las nuevas bicicletas entre sonoros pitidos de los conductores, que apenas daban crédito cuando comprobaban que la ‘molesta’ y algo torpe comitiva ciclista estaba encabezada por la propia alcaldesa.

BiciMad ha tardado en llegar más de lo previsto, y había ganas de probarlo

Una vez concluido el paseo, tocaba dedicar unas palabras a los medios. “La importancia de la bicicleta radica en el cambio cultural que poco a poco se va a ir produciendo en la movilidad de la ciudad”, explicó una Botella visiblemente satisfecha. “Queremos que BiciMad sea un catalizador de esa transformación”. Según la alcaldesa, BiciMad responde a una “demanda real” de los ciudadanos de Madrid y a un “compromiso personal” por poner en marcha el servicio. “El objetivo es recuperar la escala humana de la ciudad y redescubrirla desde el punto de vista del ciclista, mucho más sosegado”, explicó. Y al mismo tiempo, “reducir el número de desplazamientos en coche para aumentar la presencia de la bicicleta en las calles”. Botella recalcó asimismo el crecimiento de la bicicleta durante los últimos tiempos (un 17% más entre los años 2012 y 2013) en una ciudad que sufre graves problemas por sus inaceptables índices de contaminación. “Queremos una ciudad de todos y para todos”, apostilló.

Cómodas, robustas… y un poco caras

Más allá del tono puramente institucional de la presentación, muchos se preguntarán cómo es subirse a una de las nuevas bicicletas de BiciMad. La realidad es que son cómodas. Muy cómodas. Para aquel que nunca haya circulado con una bici eléctrica, su manejo es sencillo e intuitivo. La asistencia al pedaleo se muestra más que suficiente para encarar los desniveles de la ciudad. La posición de conducción es confortable, y el ciclista experimenta en todo momento la sensación de estar disfrutando de una máquina robusta y bien acabada. Las bicicletas, de 22 kg de peso y fabricadas en España por la empresa Bonopark, cuentan con un práctico portabultos delantero, un sillín regulable (que no se puede extraer gracias a un tope ubicado en la base de la tija), potentes luces delanteras y traseras y tres marchas ubicadas en el puño derecho. En el izquierdo, los tres modos de asistencia, que se activan pulsando un botón.

“Queremos una ciudad de todos y para todos”, ha afirmado la alcaldesa, Ana Botella

Como en todo, hay peros. Los ciclistas más experimentados se quejan de que las bicicletas de BiciMad están pensadas únicamente para el paseo relajado, pues resulta complicado circular con ellas a velocidades elevadas. Eso es producto de que su asistencia se corta a los 18 km/h -en vez de a los 20 o 25 de otras bicicletas eléctricas-, lo que responde al hecho de que el Ayuntamiento no quiere que se circule a altas velocidades por las aceras (algo que, dadas las escasas infraestructuras de la ciudad y el poco respeto de muchos conductores, es probable que ocurra). Tras probarla, otros manifestaban su sorpresa por el importante acelerón que experimenta el usuario al activar el motor eléctrico, más abrupto que en otros modelos de bicis eléctricas, así como ante el hecho de que el faro delantero esté ubicado tras el portabultos, lo que puede producir que se tape la luz en caso de llevar una mochila o bolso de dimensiones considerables.

Foto: Jorge París
Foto: Jorge París

Del mismo modo, algunos ponen en duda la viabilidad de un sistema que, previsiblemente y por su propia naturaleza, contará con un importante número de averías. Esta misma mañana, de hecho, algunos experimentaban los primeros errores informáticos debidos a la saturación del servicio. Además, será un reto afrontar los inevitables casos de vandalismo que sufrirán las estaciones y las propias bicicletas, que cuentan con gran cantidad de elementos externos que pueden traer más de un quebradero de cabeza a los encargados del mantenimiento. Y está por ver cuál es el recibimiento que dedican a la bicicleta pública los miles de conductores de una ciudad de la que siempre han sido amos y señores. Una urbe atestada de coches y en la que apenas se ha tenido en cuenta a la bicicleta hasta fechas muy recientes por parte de la Administración

Capítulo aparte merecen las tarifas del servicio, que ha levantado ampollas entre los más críticos. Mientras que en otras ciudades basta con pagar el abono anual para disfrutar gratuitamente de la primera media hora de uso, en el caso de BiciMad habrá que aflojar un poco más el bolsillo: además de los 25 euros de abono anual (15 en caso de contar con abono transporte), el usuario deberá desembolsar 50 céntimos por la primera media hora y 60 por la segunda. Si no se cuenta con la tarjeta (como en el caso de los turistas), los precios se disparan: 2 euros por la primera hora y 4 por las subsiguientes. Ante un servicio claramente más caro que otros análogos, parecen insuficientes las bonificaciones que premian, con una rebaja de 10 céntimos, a aquellos que devuelvan la bicicleta en una estación que cuente con pocas unidades o a los que la recojan en una que esté demasiado saturada.

En cualquier caso, una cosa está clara: la llegada a Madrid de la bicicleta pública sólo puede traer ventajas a los que llevamos años usando la bici como medio de transporte habitual. Su puesta en marcha en otras grandes ciudades ha contribuido de manera decisiva a pacificar el tráfico e incrementar el número de ciclistas urbanos. Y por todo ello, desde Ciclosfera sólo podemos desearle a BiciMad toda la suerte del mundo. Porque si Madrid acaba convirtiéndose en una ciudad más amable para los ciclistas, la espera habrá merecido la pena.