Ciclonudista

¡Ven a la Ciclonudista!

Participar en una Ciclonudista es algo que todo el mundo debería hacer al menos una vez en la vida: hay pocas cosas más maravillosas que ser insultado por ir, a plena luz del día y en el centro de tu ciudad, completamente desnudo y reclamando tus derechos.

La concentración comienza como cualquier masa crítica: un pelotón ciclista, sonriente y variopinto, reunido en un lugar emblemático de la ciudad. El grupo se desplazará unos metros antes de empezar: es mejor no desnudarse tanta gente a la vez, llamando la atención de la policía. Por eso el pelotón recorre un par de manzanas y, en algún callejón tranquilo, se pone en marcha el rápido y no demasiado erótico strip-tease.

Porque a una Ciclonudista no se va a ver gente desnuda (que también), sino a sentir de una manera integral la libertad, el desparpajo y la belleza de rodar en bicicleta. Y algo más: como dice el lema “Desnudos ante el tráfico”, en una Ciclonudista se representa la fragilidad del ciclista. Porque somos tráfico, pero distinto: nuestro chasis no es un armazón de metal de dos o tres toneladas sino un liviano, frágil y excepcional cuerpo humano.

La provocación es múltiple: las bicicletas reclaman su espacio y sus jinetes ruedan desnudos

La provocación es, así, múltiple, porque además de una fiesta la Ciclonudista implica que las bicicletas tomen la calle exigiendo, como tantas otras veces, su espacio en el tránsito cotidiano. Como en una Masa Crítica más de un automovilista se enzarzará contigo por un quítame allá esas pajas (con perdón) pero, en este caso, llevas más que nunca las de ganar: el ofendido y serio conductor, encerrado en su enorme cacharro metálico, carece de toda humanidad y razón frente al fresco y natural ciclista.

Visibilidad es otra palabra clave, porque pocas cosas son más visibles que una multitud de cuerpos sin ropa en el centro de una urbe. El gris subraya la desnudez, y los cuerpos brillan más en medio del hormigón y el asfalto. Si a los peatones siempre les hace gracia cruzarse con un montón de ciclistas, el efecto se dispara si los que pedalean van desnudos. A unos viandantes les parecerá maravilloso: siempre es fácil distinguir, en el pelotón, unos glúteos, unos hombros o unos pechos gloriosos. A otros, en cambio, les da asco: sabido es que para muchos el cuerpo humano desnudo es lo menos humano del mundo.

Pocas cosas son más gozosas que ir a una Ciclonudista. Si ya recorrer la ciudad rodeado por compañeros ciclistas es un sueño, desafiar casi todas las convenciones rodando como viniste al mundo es todavía algo mejor. No se te ocurra ir a una Ciclonudista vestido: quedarás como un mirón. Y, sobre todo, te perderás lo mejor: el sol y las pedaladas, las miradas ajenas y el viento, saben mejor catados a flor de piel.

Muchas de las grandes ciudades del hemisferio norte celebran estos días su marcha ciclonudista anual. Consulta en Internet por la de tu ciudad: webs como Nudismo Naturismo o grupos en Facebook de urbes como Madrid o Barcelona te facilitan información sobre la hora y el punto de partida. ¡A sumarse (y desnudarse) todo el mundo!