Ciudades

Melilla ConBici: “Antes nos llamaban talibanes de la bici, ahora nos dan un poco la razón”

Es uno de los colectivos más activos de nuestro país: hablamos con José Emilio Perez, miembro de Melilla ConBici, sobre la situación del ciclismo urbano en Melilla.

Melilla ConBici tiene ya ocho años. ¿Qué situación vive el colectivo?

Ha evolucionado… Nació como un grupo de amigos pero, con el paso del tiempo, nos hemos ido formando. Hemos ido a jornadas, hemos traído a mucha gente y hemos conseguido que los medios locales hagan muchas referencias a nuestros comunicados. Aunque la mayoría de los fundadores nos movíamos en bicicleta, el objetivo es simplemente que haya menos coches, poder desplazarnos pedaleando, a pie o como queramos y, sobre todo, fomentar la creación de una ciudad más amable y que la ciudadanía se identifique más con su barrio. Melilla es una ciudad muy particular: el 80% del espacio público es asfalto y el 80% de los desplazamientos se hacen en vehículo privado, lo que es una barbaridad. A través de nuestro trabajo en la web, redes sociales, YouTube y una revista impresa intentamos cambiar las cosas.

¿Qué actividades llevan a cabo ahora mismo?

Una pedalada mensual a la que acuden centenares de personas, y a la que se está sumando mucha gente nueva: es muy agradable ver que no siempre somos los mismos, sino que las caras se van renovando aunque, siempre, en un ambiente muy familiar y popular. También organizamos caminatas, donamos bicicletas, pusimos en marcha la entidad Bici-Amiga, creamos una biciescuela y, sobre todo, no paramos de hacerle propuestas a las entidades públicas con planes de movilidad sostenible, apertura de calles a los vecinos, un calendario informativo… A nivel nacional, por supuesto, también trabajamos porque haya un plan de movilidad sostenible estatal.

¿Qué relación tienen con la administración local?

Es buena, pero seguimos dándoles mucha caña, sobre todo en Redes Sociales. Siempre nos han tenido en cuenta, pero su actitud ha cambiado: al principio nos consideraban unos talibanes de la bicicleta, pero el mensaje ha ido calando y, en el fondo, nos van dando un poco la razón. Hay varios hechos que nos satisfacen mucho: la ciudad se ha adherido al proyecto STAR para fomentar el ir al colegio en bici, los técnicos están comenzando a proyectar barrios, en vez de calles… El talón de Aquiles es, muchas veces, el comportamiento de los ciudadanos. Los índices de violencia vial cuadriplican los del resto de España, y queremos que la imagen de Melilla en los medios sea más positiva que hasta ahora.

¿Cómo definiría la situación del ciclismo urbano en Melilla?

Crece muy poco a poco, pero al menos ya hay gente que entiende que la bicicleta es un medio de transporte. Sigue siendo algo muy residual, pero es un paso más para que los ciudadanos comprendan que hay que pacificar el tráfico, que, incluso los automovilistas, pueden y deben circular de otro modo. Hay iniciativas que pueden ayudar: hubo una reducción del impuesto de venta de las bicicletas, se contempló que algunas líneas de autobús llevaran un portabicicletas

¿Y la infraestructura ciclista? ¿En qué situación está?

Poco… La inversión es en el coche, en el abuso del coche. Melilla, por ejemplo, tiene uno de los parkings más grandes de España, en el que se invirtieron 14 millones de euros. La inversión en obra pública es alta, pero siempre mirando al automóvil privado. Lo bueno es que, poco a poco, cambian algunas cosas: los técnicos tienen cada vez más formación, entienden nuestras demandas y, poco a poco, se dan soluciones al tráfico que no apuestan por la prohibición sino por el diseño, el raciocinio y la previsión. Tampoco demandamos, exclusivamente, carriles bici: están muy bien, pero si no pacificas las calles no sirven de nada. El mejor carril bici, en realidad, es el que no se necesita.

“Los carriles bici están muy bien, pero si no pacificas las calles no sirven de nada”

Pese a tantas dificultades, le veo optimista.

Muchos de los miembros de Melilla ConBici somos docentes, ¡así que somos enfermizamente optimistas! Aunque a veces nos enfadamos, intentamos reflexionar sobre dónde estábamos hace ocho años, y recordar cómo la gente no entendía que no hubiese un parking en una calle o nos llamaban radicales. También, claro, nosotros hemos evolucionado: hemos aprendido, argumentamos mejor nuestras peticiones e intentamos ir más allá de lo obvio.