Ciudades

Málaga: futuro ¿perfecto?

La crisis, la moda, las ganas de hacer deporte o sus evidentes y abundantes ventajas han hecho que Málaga se haya acostumbrado a las bicicletas. El respaldo ciudadano y, aunque más tibio, el institucional las ha hecho habituales. Pedalear aquí ya no es de bichos raros o “perroflautas”, sino que la bici es de todos y llegó para quedarse.

Se respira en el núcleo urbano: en un ambiente cosmopolita y moderno, brillan refulgentes las bicis. Pero también, al poner un poco más de atención, se detecta la falta de cultura ciclista y de concienciación entre los peatones, conductores y hasta los propios ciclistas. Las voces más críticas denuncian que las infraestructuras se realizan a golpe de improvisación y sin disuadir del uso y abuso del coche. Los más implicados siguen expectantes: ¿qué pasará con el Plan Andaluz de la Bicicleta, que prevé la construcción de una malla de 68,58 kilómetros de vías ciclistas en nuestra ciudad?

Una historia de amor

Empecé a pedalear a los cinco años sobre el triciclo que me regalaron mis padres. Desde entonces, no he parado: primero con bicis de montaña, después con una de carreras que me hizo adicto a la velocidad. Irresponsable, arrogante y feliz crucé mil veces la ciudad y sus montes con una máquina pagada con mi primer sueldo. Esa pasión juvenil pudo convertirse en profesión adulta: fiché por un equipo local, pasé tres años participando en carreras por toda Andalucía y, finalmente, lo dejé a los 24. Me motivaba más recorrer a mi aire los rincones de Málaga que someterme a la dureza y disciplina que exige ser profesional.

Porque Málaga, en bici, enamora. Lo mejor es su envidiable climatología, que permite disfrutar de la bicicleta todo el año y acercarnos a la Málaga más abierta, callejera y alegre. Ayuda el perfil llano de la ciudad, pero también la variedad de entornos: montañas llenas de árboles donde practicar MTB o escalada, kilómetros de playa para pasear y disfrutar de la brisa marina, diferentes ambientes y estilos arquitectónicos… Todo, a menos de cuarenta minutos a golpe de pedal. El paseo marítimo, eje primordial que cruza la ciudad de punta a punta, ofrece un paseo muy agradable y sin demasiados obstáculos, aunque le falte un carril bici “de verdad” que eliminaría conflictos con los peatones. Una incipiente red conecta la zona oeste de la Universidad con la zona este y los Baños del Carmen. El servicio público Malagabici, a pesar un mantenimiento y recursos deficientes, ha captado muchísimos usuarios.

Foto: Ariel Cruz.
Foto: Ariel Cruz.

No todo son buenas noticias. Los robos crecen. La red de carriles bici, además de inconclusa, está llena de puntos negros ya denunciados en los que surgen los problemas entre automóviles, ciclomotores, peatones y bicicletas. Muchas calles están llenas de agujeros y baches. Los ciclistas abusan de las aceras por el miedo a los muchos automovilistas coléricos. Hay poca reflexión social: por desgracia, gran parte de los ciudadanos no son conscientes de cómo mejoraría su vida y la de su comunidad de apostar por las dos ruedas. Y, por supuesto, hay reproches para el Ayuntamiento, que no suele acordarse de la bicicleta y la condena, por ejemplo, en eventos como el Festival de Cine o la Semana Santa.

Momento crítico

Con todo, es obvio que Málaga lo tiene todo para acoger un uso masivo de la bicicleta. Resta la habilitación de carriles bici en zonas próximas al casco histórico, como la calle Victoria o los barrios periféricos, o la creación de verdaderas arterias que conecten los diferentes distritos. Resta, sobre todo, el hacer ver a los malagueños que la bicicleta es una alternativa real. La Asociación Ruedas Redondas (y su precedente, Ruedas Cuadradas) es el referente desde hace varias décadas, con más de 1.000 socios y un trabajo voluntario excelente (hace poco organizaron el exitoso XII Congreso Ibérico La bici y la ciudad). Colectivos como el de Ariel Cruz y su taller social en el barrio de Lagunillas, La Bici Guapa, pretenden usar la bicicleta para transformar zonas urbanas y la mentalidad de sus habitantes, como lo intentan los participantes de la Bicicrítica (convocada el último jueves de cada mes) o los acróbatas de las BMX que se pasan el día volando por las calles y parques de la ciudad.

Foto: Ariel Cruz.
Foto: Ariel Cruz.

No hacen falta acrobacias para sentarse a hablar de bicis en Recyclo Bike-Café, que abrió sus puertas hace más de medio año y combina el servicio de cafetería con el de tienda y taller. La Clínica de la Bicicleta es imprescindible para los amantes de la bicicleta clásica, tanto para ver modelos restaurados y actualizados como para aprender de aficionados al “viejo ciclismo”. Si te gustan las monturas diferentes, en Málaga Custom Bikes las diseñan y fabrican a medidas, reparan, restauran y personalizan y venden accesorios y recambios de todo tipo. Y una instalación ha situado a Málaga en los ojos de miles de aficionados de todo el mundo: hablamos del skatepark Rubén Alcántara, un éxito desde su inauguración con más de 10.000 metros cuadrados para la práctica de BMX, skate, roller o scooter. Equipada con halfpipe, minirampa, una gran street plaza y un nuevo campillo de BMX (Dirt track), cuenta con un bowl ya famoso a nivel mundial.