Nueva York

Las bicicletas del mexicano Gilberto Aceves toman Nueva York

El escultor ha diseminado 122 bicicletas de colores por las calles de la Gran Manzana. La instalación tiene como objetivo concienciar sobre la asfixiante contaminación y promover la ecología.

Tres impresionantes bicicletas se alzan en el paseo de Brooklyn Heights, el icónico lugar desde el que se divisa el inconfundible skylyne de Nueva York y en el que cineastas como Woody Allen encontraron inspiración para algunas de sus películas. Pero no son bicicletas corrientes: cada una de ellas pesa 550 kilos y mide más de dos metros de altura. Una singular obra escultórica que firma el mexicano Gilberto Aceves Navarro y que forma parte de una instalación diseminada por toda la ciudad. En total, 122 bicicletas de colores.

A sus 82 años, Aceves quiere con este proyecto concienciar a la población sobre una problemática que considera fundamental: la lucha contra la contaminación y, en general, la necesidad de apostar por una sociedad mucho más respetuosa con el medio ambiente. “Quiero que la gente ponga más atención al problema gravísimo de la contaminación”, ha explicado el veterano artista en una entrevista concedida a la agencia Efe. “Tenemos que reconocer que nuestra acción en el campo, en el mar y en todas partes, lo único que deja como rastro es basura, basura y basura, y tenemos que buscar cómo cambiar”.

“Quiero que la gente ponga más atención al problema gravísimo de la contaminación”

Las bicicletas, siempre ubicadas cerca de un carril-bici, son de cuatro colores: rojo, blanco, negro y naranja, los mismos con los que los panteones mayas dividían los cuatro puntos cardinales, aunque cambiando el amarillo por el naranja. “Me he divertido mucho haciendo cada una de ellas, lo he vivido con entusiasmo”, ha declarado Aceves, emocionado por “una respuesta verdaderamente cálida y entusiasta” por parte de los neoyorquinos.

Un largo periplo

Las 122 bicicletas de Aceves llegan a Nueva York tras exponerse en el Museo Bellas Artes de Ciudad de México en 2008, así como en otras ciudades de su país natal. Su ubicación en la Gran Manzana viene precedida de cinco años de negociaciones con las autoridades de la ciudad. Un proceso largo y complejo que pasó por la fabricación de todas y cada una de las bicicletas en Chicago, con el objetivo de facilitar el transporte hasta la ciudad de los rascacielos.