Ciudades

Antoni Poveda (AMB): “Un gobierno no puede ser tan mezquino como para no ver que necesitamos más bicicletas”

Aunque nacido en Madrid en 1955, Antoni Poveda vive en San Juan Despí desde los cuatro años. Desde 2006 es también alcalde de la ciudad, pero logra sacar tiempo para otras tareas: es el vicepresidente de Movilidad y Transporte del Area Metropolitana de Barcelona (AMB) y preside, desde el año pasado, la Red de Ciudades por la Bicicleta. Hablamos largo y tendido con él sobre movilidad sostenible, políticas ciclistas y los pasos que deben seguirse para revertir la situación actual en las ciudades.

¿Qué es, exactamente, el Area Metropolitana de Barcelona (AMB)?

Una administración pública, aprobada por el Parlament de Catalunya en 2010, que reúne a 36 municipios y tres millones y medio de ciudadanos residentes en la primera corona de Barcelona. El AMB tiene competencias sobre la planificación y desarrollo de la movilidad y el transporte público y controla el mantenimiento y limpieza de playas, el reciclaje y la eliminación de residuos y da soporte técnico a los ayuntamientos en cuanto a proyectos y ejecución de obras.

¿Cómo se financia el AMB?

Con la aportación que hacen los propios municipios, que ceden una parte de las aportaciones del estado, y a través de tasas y cánones.

Usted es el vicepresidente de Movilidad y Transporte del AMB. ¿Quién la preside?

Siempre, y por un acuerdo no escrito, el alcalde de Barcelona. Pero en el AMB hay varios representantes de cada municipio, y el pleno actual está formado por más de 80 miembros de distintos partidos políticos.

Antoni Poveda, vicepresidente del AMB.
Antoni Poveda, vicepresidente del AMB.

¿Cuáles son los principales retos del AMB?

Barcelona tenia un buen transporte público urbano pero una grave carencia en lo que respecta a la corona metropolitana, así que hemos apostado por aumentar las opciones interurbanas creando líneas exprés con muy pocas paradas, poniendo en marcha el NitBus (la red metropolitana de autobuses nocturnos), mejorando el servicio de taxis o creando una línea de autobús entre el aeropuerto de El Prat y el centro de Barcelona. Y, claro, también ponemos en marcha proyectos relacionados con la bicicleta.

“Barcelona tenía un buen transporte público urbano, pero graves carencias en la corona metropolitana”

¿Cómo coordinan el trabajo de 36 municipios distintos?

Más que el por el número de ayuntamientos o su distinto signo político, lo más difícil es trabajar con las distintas administraciones y el reparto de competencias. El AMB gestiona autobuses y metros, pero una parte de los ferrocarriles es responsabilidad pública de la Generalitat, otra de Renfe, existe un organismo (la Autoridad del Transporte Metropolitano o ATM) que articula todo y redistribuye el dinero recaudado…

Hablando de bicicletas… ¿Qué situación vive el ciclismo urbano en Barcelona?

Comparadas con el resto de Europa, todas las ciudades del estado español han llegado tarde al uso de la bicicleta. Pero es cierto que a finales de los noventa se implementaron ciertas políticas ciclistas en Sevilla, Zaragoza, San Sebastián o, especialmente, Barcelona, donde Pasqual Maragall (todo un referente en cuanto a proyectos atractivos) decidió implantar el Bicing.

Que, finalmente, nació a principios de 2007…

Sí. Y que mostró que, pese a ciertas dificultades orográficas, era fácil moverse por Barcelona en bici. La introducción del Bicing causó una explosión ciclista pero nos queda mucho recorrido, y desde el AMB tratamos de impulsar los planes de movilidad urbana ciclista de nuestros 36 municipios.

¿Cómo?

En primer lugar, planificando y redistribuyendo bien el espacio público. Las ciudades se han pensado, básicamente, para el vehículo privado, pero desde el AMB hacemos una apuesta importante para redefinir esos espacios y conceptos. Por ejemplo, trabajamos para crear carriles bici que no estén simplemente pintados en la acera sino que transcurran por la calzada, con una franja de protección y lo suficientemente anchos, largos y bien trazados como para ser usados sin causar conflictos. Barcelona es muy grande y nuestro papel es menor allí, pero hemos creado una Oficina Técnica para la bicicleta que ayude a los otros 35 ayuntamientos a diseñar y proyectar carriles bici. Además, claro, contamos con una línea de financiación al 50% con los ayuntamientos: sólo este año dedicaremos 5 millones de euros a crear más de 26 kilómetros de carril bici.

¿Todo pasa por la infraestructura?

No. También estamos cambiando la señalización y pacificando las calles, para que los automovilistas no se sientan los dueños de la calzada y comprendan que hay otro usuario, el ciclista, que además es más vulnerable. Como sabemos que la orografía de la zona puede ser un impedimento para algunos estamos subvencionando la compra de una bicicleta eléctrica con 250 euros: sumados a los 200 que ofrece el ministerio, comprar una bicicleta eléctrica en el área metropolitana de Barcelona tiene una subvención de 450 euros, lo que permite tener una bici más que decente por apenas 750 euros. Y también, para combatir los robos, tenemos el sistema Bicibox, que pronto contará con 200 estaciones (ahora mismo son 150) que ofrecerán más de 2000 aparcamientos seguros. Hablamos de un sistema gratuito, que permite tener la bici aparcada y asegurada contra los robos durante 48 horas.

AMB: Antoni Poveda, junto a una estación de Bicibox.
AMB: Antoni Poveda, junto a una estación de Bicibox.

¿Qué relación personal tiene usted con la bicicleta?

Es mi principal medio de transporte desde hace mucho tiempo, y también el de mi familia. Como alcalde de San Juan Despí intentamos realizar políticas ciclistas de discriminación positiva: prestar bicicletas eléctricas en depósito a los estudiantes, mostrar a los trabajadores de los polígonos industriales que pueden ir al trabajo pedaleando, facilitar que la bicicleta sea usada por policías y funcionarios…

¿Por qué apostar por la bicicleta?

Porque la movilidad sostenible es la única alternativa de futuro. Aunque no prescindamos por completo del coche, tenemos que conseguir que éste no sea de combustión tradicional. Hemos de prohibir los vehículos más contaminantes, y medidas como la etiquetización de éstos por parte de la DGT deben ayudarnos a limitar su entrada en las ciudades.

Algo que todavía no comprenden muchos gobernantes e, incluso, ciudadanos.

La cultura del vehículo privado sigue imperando, y muchos siguen cogiendo el coche para ir a cenar o comprar cualquier cosa aunque luego tengan que dar veinte vueltas para aparcar. Es así: cada vez que un alcalde decide peatonalizar una calle surge mucha tensión y un gran conflicto de intereses, pero debemos comprender que el espacio público es de todos. Aunque a veces hagan mucho ruido, los que chillan defendiendo el uso del vehículo privado no deben marcar nuestras políticas. Estaríamos perdidos: no hay más espacio para el vehículo privado, es algo terriblemente nocivo para la salud, y somos los políticos los que tenemos que asumir ese tipo de riesgos para hacerle un buen servicio a la ciudadanía.

“La bici no tiene un color político. Hay políticos de izquierdas que apoyan al coche y de derechas que entienden mejor el problema”

¿Tiene la bicicleta un color político?

No. Hay políticos de izquierdas que apoyan al coche y políticos de derechas que entienden mejor el problema. No es un tema político: simplemente, falta una conciencia general que nos haga observar lo que están haciendo otras ciudades europeas. Necesitamos atmósferas protegidas, limitar el uso del vehículo privado… Oslo, Milán o Hamburgo ya lo están haciendo.

¿Por qué la bicicleta y la sostenibilidad se ven siempre como enemigos del crecimiento económico?

Es algo que también hay que cambiar. La crisis económica nos ha hecho ver que vivíamos en una cultura de consumo desmesurado e impulsivo y, por ejemplo, muchas personas han vuelto a usar el transporte público. También, y desde la crisis, mucha gente ha visto que pueden emprenderse negocios relacionados con el medio ambiente. Gente que antes trabajaba en un estudio de arquitectura ahora organiza rutas en bici. Estamos empezando a ver que la bicicleta, y no sólo la deportiva, empieza a tener un peso en la economía, y que miles de personas pueden vivir ya del dinero que genera el ciclismo urbano.

¿Qué les diría, entonces, a los ciudadanos?

Que este es un camino en el que no hay marcha atrás. Que hay que reducir el espacio para el vehículo privado y cambiarlo por carriles Bus VAO o espacios, en la calzada, para la bicicleta, y que tenemos que poner en marcha otras medidas como encarecer el aparcamiento para el vehículo privado.

El clásico discurso que los políticos evitan por miedo a perder votos.

Pero algo que tenemos que hacer, y que en otras ciudades funciona. En Copenhague ves caravanas de ciclistas circulando con total normalidad… ¿Ha frenado eso la actividad económica? Todo lo contrario. Es una ciudad que funciona en el sector terciario, industrial, comercial o de ocio.

¿Porque siempre es noticia que un ciclista atropelle a un peatón y no que, a diario y sólo en España, 27 personas sean atropelladas por coches?

O que sólo en el área metropolitana de Barcelona mueran 3500 personas al año por enfermedades relacionadas con la contaminación… Muchos medios de comunicación han entablado una batalla contra los cambios y, además son prisioneros de la publicidad. Por eso, y porque las polémicas siempre venden, siguen promocionando unos hábitos de transporte y consumo que nos conducen al desastre. Es una batalla lenta, desesperante, pero en la que no podemos desistir…

“Muchos medios de comunicación han entablado una batalla contra los cambios, y además son prisioneros de la publicidad”

Usted también preside la Red de Ciudades por la Bicicleta.

Sí, porque todo está muy relacionado… Es una organización que fomenta políticas de discriminación positiva hacia el ciclismo urbano, que coordina el trabajo de los distintos ayuntamientos y que en el último año ha crecido un 30% y cuenta ya con mas de 100 municipios. Organizamos jornadas informativas, difundimos manifiestos, ofrecemos servicios como el biciregistro y defendemos el uso de la bicicleta ante organismos como la Dirección General de Tráfico… Quien más cosas puede hacer por la bicicleta, más que los ayuntamientos, son el Gobierno y las Comunidades Autónomas, y es increíble que aquí no exista una dirección de la bicicleta, algo que en otros países es normal y que aquí llevamos reclamando desde hace años.Sea de izquierdas o de derechas, un gobierno no puede ser tan mezquino como para cerrar los ojos a la realidad y ver que necesitamos más bicicletas.

Lleva un año presidiendo la Red de Ciudades por la Bicicleta… ¿Cuántas veces se ha reunido con alguien del gobierno central o catalán?

Ninguna. En el estado español ha habido un vacío que ha afectado también a la bicicleta, y que ha resultado ser una buena excusa para tenernos en stand by. Respecto al gobierno catalán, tampoco ha destacado por sus políticas favorables al uso de la bicicleta. En 2016 sí me reuní tres veces con la directora de la DGT, pero ahora tampoco hay nadie en el cargo… Espero que en 2017 haya un responsable con el que trabajar, y al que hacer ver que el espacio público no es sólo para los vehículos motorizados.